El recluso por robo agravado debía salir de la cárcel la misma semana en que falleció.
El caso de la muerte de Cristofer Quispe, reveló un escenario de violencia y desamparo en el que pueden ser sometidos los reclusos en estado de detención, después de que Régimen Penitenciario confirmara que el joven de 27 años fue víctima durante tres días de violaciones y torturas presuntamente por cuatro reclusos y dos policías que están involucrados.
El recluso por robo agravado debía salir de la cárcel la misma semana en que falleció producto de las agresiones sufridas, que le dejaron con 13 costillas rotas y un Trauma Encéfalo Craneal, pero la tardanza para conseguir doscientos bolivianos para el trámite de salida, le costó la vida.
Este brutal asesinato impulsó una investigación por parte del Ministerio Público en el penal de máxima seguridad de San Pedro de Chonchocoro, donde se reveló que un bus era usado como celda de aislamientos y castigos extremadamente severos y en el que, recientemente se habría usado para torturas y vejaciones al privado de libertad.
Mucho antes de 2019, el bus policial ya se encontraba en el perímetro de ingreso a las diferentes secciones del penal. Aún permanece allí, cerca de una torre de vigilancia, con las ventanas enmalladas y las puertas cerradas con candados.
Hace dos años, un privado de libertad permaneció aislado por más de tres meses en ese bus de color verde. Supuestamente se había portado mal y era muy violento. El bus funcionaba como una celda para el recluso y solo a través de algunas ventanas del motorizado el reo podía ver poco de lo que acontecía a su alrededor o hacer alguna petición.