Leo Messi se volvió a coronar en Wembley. 11 años después de hacerlo con el Barcelona en la Champions League, el 10 levantó el trofeo de la Finalissima con Argentina igual que lo hizo Maradona en 1993. Otro detalle de una gran noche para la selección albiceleste, que goleó a Italia por 0-3 con los tantos de Lautaro Martínez, Di María y Dybala, liderados por Messi, que acabó manteado por sus compañeros.
Pero antes del comienzo, la organización aprovechó para homenajear a Giorgio Chillieni, que jugaba su último partido con Italia y con su inseperable amigo, Leonardo Bonucci. Él será el siguiente que lleve el brazalete de capitán en una selección que no pudo contar en Wembley con Verratti, Chiesa ni Insigne (baja de última hora). Tres bajas importantes que obligaron a reformular el once de Mancini: un 1-4-3-3 con Bernarderschi, Raspadori y Belotti en el frente de ataque.
Menos afectada por las bajas estaba el once de Scaloni, que salió con Messi, Di María y Lo Celso acompañando por detrás a Lautaro Martínez en un claro 1-4-2-3-1. Un once más afilado que el de Italia, que intentó presionar alto pero acabó cediendo la iniciativa del juego a Argentina, que tuvo la primera al poco de comenzar en una genialidad de Di María, que intentó sorprender desde lejos a Donarumma.
La selección albiceleste mezclaba en el medio, Messi se empezaba a encontrar a gusto y los italianos se encontraron así con los primeros problemas en el partido. Solo Barella parecía contener la creatividad argentina y los desmarques vertiginosos de Di María y Lautaro, que ya olían el gol. Pero Italia no se resignó y enganchó dos transiciones que murieron en el área de Argentina, cercada por primera vez por la zurda de Bernardeschi, que puso un buen balón para Belotti intentara superar a Emiliano Martínez de cabeza.
También lo intentó Raspadori de falta, aunque se volvió a encontrar con la oposición de la zaga argentina, bien plantada. El duelo se empezaba a igualar, Chiellini subía a morder, Argentina parecía decaer y entonces apareció Messi. Comandante de todas las subidas en ataque de los argentinos, que estuvieron a punto de abrir el marcador con un intento de gol olímpico del mismo 10 rozando la media hora de encuentro. Un preludio del 0-1.
El balón se fue al vértice izquierdo del área. Messi se revolvió, se quitó de encima la presión de Di Lorenzo y después de una arrancada memorable soltó el pase de la muerte a Lautaro que lo empujó con el exterior para marcar el primero de Argentina. Eso desorientó todavía más a Italia, que notó la ausencia de Verratti y estaba perdida con el balón en los pies porque Pessina no supo asumir el peso del partido, mucho más trabajado por el equipo de Scaloni. Y entretanto, llegó el 0-2 de Argentina con un pase en profundidad de Lautaro a Di María.
El fideo picó el balón a Donarumma y levantó de nuevo a la hinchada argentina y a casi a todo Wembley, que llevó el partido al descanso. Un momento que Mancini aprovechó para sacar del terreno de juego a Belotti, Bernadeschi y a Chiellini; lo que dejó sin opciones de remontada a los italianos, ya destensados y pensando en la Nations League: Locatelli lo intentó desde fuera pero su disparo se fue mordido a las manos de Martínez y envalentonó a Argentina, que salió al galope y Di María con ella.
Así se empezaron a suceder las llegadas en ataque de la albiceleste, que vio el 0-3 de cerca cuando Donarumma se despistó y estuvo muy cerca de marcarse en propia. Después llegaron los disparos de Di María, de Lo Celso y de Messi, que entre olé y olé de la afición argentina, buscó su gol sin fortuna. El que sí lo consiguió fue Dybala, que salió para hacer el 0-3 y redondear la noche mágica de Argentina… y de Messi.