El animal fue “removido de la naturaleza”, debido a que es considerado una de las mayores amenazas a la fauna de ese país desde que fue introducido en Australia en 1935. Se trata de una especie nativa de América Latina.
Una guardabosque de un parque en el noreste de Australia encontró un sapo de caña de 2,7 kilos, también conocido como sapo gigante, informaron este viernes fuentes oficiales, que agregaron que el «monstruoso» animal ha sido «removido de la naturaleza».
El anfibio, una de las especies más tóxicas para otros animales y considerado una amenaza para la fauna australiana, fue hallado la semana pasada en el Parque Nacional de Conway, en el estado de Queensland, cuando la guarda forestal Kylee Gray recorría el local y una serpiente le obligó a detener el vehículo en el que se desplazaba.
«Me agaché y agarré el sapo de caña y no podía creer lo grande y pesado que era», dijo Gray, citada en un mensaje publicado en las redes sociales del Departamento de Medio Ambiente y Ciencia de Queensland, en el noreste del país.
La institución explicó que algunos sapos de caña, que suelen pesar cerca de medio kilo, sí pueden llegar a medir 26 centímetros y pesar 2,5 kilos y aseveró que un ejemplar como el encontrado «se comerá cualquier cosa que le quepa en la boca», lo que «incluye insectos, reptiles y pequeños mamíferos».
Los científicos, guiados por el principal autor, Ludmil Alexandrov, habían observado que varias personas que habían sufrido cáncer en sus manos se exponían frecuentemente a las luces ultravioleta de estas máquinas.
Para averiguar más al respecto, expusieron las células humanas y de ratón a los rayos UV de secadores de esmalte durante dos sesiones de 20 minutos -separadas por una hora de descanso-, y observaron que alrededor del 20 al 30 por ciento de las células habían muerto.
Cuando repitieron el ejercicio por 20 minutos de exposición diaria y durante tres días seguidos, los científicos notaron hasta un 70 por ciento de muerte celular, daños en el ADN y mutaciones relacionadas con el cáncer de piel.
«Este estudio demuestra que la radiación UV emitida por los secadores de esmalte de uñas puede dañar el ADN y generar mutaciones de forma permanente», afirmaron los investigadores.
Riesgo de cáncer
Sin embargo, se trata de una comparación extrema, ya que, durante una sesión, las personas dejan expuestas sus manos bajo estas luces durante solamente unos 10 minutos.
Si bien no se pudo establecer una evidencia directa con el cáncer, los científicos ahora creen que, posiblemente, una exposición frecuente a esta luz UV de los secadores de esmalte podría significar un riesgo para la salud, por lo que piden seguir investigando.
«Se necesitan futuros estudios epidemiológicos a gran escala para cuantificar con precisión el riesgo de cáncer de piel de la mano en personas que utilizan regularmente secadores de esmalte de uñas por rayos UV«, escribieron los autores en su publicación.
Aunque no será en el corto plazo: «Es probable que dichos estudios tarden al menos una década en completarse y luego informar al público en general», añadieron.