La comunidad se transformó desde primeras horas del día en un verdadero campo de batalla, con intensos tiroteos y helicópteros sobrevolando las casas.
Una operación contra el narcotráfico en una favela de Río de Janeiro dejó este jueves 25 muertos, entre ellos un agente, informó la Policía Civil, que negó acusaciones de ejecuciones sumarias.
El balance de la acción en la favela Jacarezinho, en la zona norte de la ciudad, es el más letal de una operación policial en la historia de Río de Janeiro, según investigadores.
La comunidad se transformó desde primeras horas del día en un verdadero campo de batalla, con intensos tiroteos y helicópteros sobrevolando las casas.
Los habitantes hallaron a personas muertas en terrazas y callejuelas y que muchos cuerpos fueron cargados en un camión blindado de la policía, confió a la AFP un líder comunitario, que pidió no ser identificado por razones de seguridad.
En una conferencia de prensa al final de la tarde, la Policía Civil (PC, que se ocupa de investigaciones criminales) confirmó el balance dado inicialmente por la prensa de «24 sospechosos» y un agente muertos, y aseguró que «todos los protocolos» de la corporación antes de abrir fuego «se cumplieron, sin excepción».
«Lamentablemente hubo muchos enfrentamientos en la comunidad. No hay lo que celebrar en ese balance», afirmó un responsable de la PC.
El agente muerto fue baleado en la cabeza «al iniciarse la operación», agregó.
La irrupción policial se dio en el marco de una investigación sobre una banda que reclutaba a niños y adolescentes para el tráfico de drogas, robos, secuestros y asesinatos.
Para Silvia Ramos, coordinadora de la Red de Observatorios de Seguridad Pública, se trató de «una operación mal planificada, y con un policía muerto, se convirtió en una operación de venganza».
«¿Quiénes son los muertos? Jóvenes negros. Y por eso la policía habla de 24 sospechosos. Basta ser joven, negro y habitante de una favela para convertirse en sospechoso», dijo Ramos a la AFP.
Miembros de oenegés defensoras de los derechos humanos inspeccionaron junto a vecinos las casas que fueron invadidas durante la acción policial, algunas con rastros de sangre y destrucción.
Una habitante contó a la AFP que un joven fue abatido en su casa, donde se había refugiado herido.
«El chico llegó baleado y como ningún habitante de la comunidad puede echar a otro, se quedó. Pero los policías vieron sangre y entraron gritando: ‘¿Dónde está? ¿dónde está?’. Yo solo tuve tiempo de llevar a mis hijos para atrás mientras ellos lo mataban en el cuarto», contó la mujer.
Jacarezinho es considerada una base del Comando Vermelho (Comando Rojo), la principal organización narcotraficante de Río.
La operación más letal
«Si pensamos en masacres con participación de policías fuera de servicio (operaciones ilegales de venganza), las de Vigario Geral en 1993 (22 muertos) y la de la Baixada en 2005 (31 muertos)» se le asemejan, dijo Silvia Ramos.
«Pero en operaciones legales, la de Jacarezinho batió todos los récords», agregó.
La oenegé Human Rights Watch (HRW) indicó que ya ha comprobado en otros casos «graves fallas en las investigaciones de muertes causadas por la policía de Rio», y urgió a al Ministerio Público a segurar que «la policía preserve el lugar de los hechos, sin mover los cuerpos, hasta concluir la investigación».
El dispositivo se llevó a cabo a pesar de un fallo de la corte suprema que impide a la policía hacer redadas en los barrios periféricos mientras dure la pandemia de coronavirus, salvo en «circunstancias absolutamente excepcionales».
El Instituto Igarapé, especializado en temas de seguridad y desarrollo, consideró «inaceptable que la policía de seguridad pública del estado [de Rio] siga apostando por la letalidad como principal estrategia, sobre todo en zonas vulnerables».
Según datos del Instituto de Seguridad Pública citados por Igarapé, la policía de Río «fue responsable por la muerte de 453 personas entre enero y marzo de este año», un número que ya representaba «el 36% del total de muertos en todo 2020», cuando fueron abatidas 1.245 personas.