Reconstrucción posible de un neandertal.
Un equipo de investigación internacional en el que participan científicos del Centro Nacional de Investigación Humana (Cenieh), con sede en la ciudad española de Burgos, concluye que el mestizaje entre neandertales y los primeros humanos modernos que llegaron a Europa era algo habitual.
El Cenieh informó este miércoles de la publicación de un artículo científico firmado por ese equipo en la revista Nature, centrado en los humanos modernos más antiguos de Europa que habitaron hace unos 45.000 años la cueva Bacho Kiro, en Dryanovo (Bulgaria), donde se analiza su aportación genética a los actuales asiáticos orientales y el mestizaje con neandertales.
En el estudio se identificaron largos tramos de ADN de Homo Neanderthalensis en los genomas de los habitantes de esta cueva búlgara, lo que demuestra que tenían ancestros neandertales de entre cinco y siete generaciones de antigüedad.
Los autores concluyen en el artículo que cuando los primeros humanos modernos llegaron a Europa, el mestizaje con neandertales «era la norma, no la excepciónâ.
Esta investigación comenzó cuando un equipo liderado por científicos del National Institute of Archaeology with Museum, en la Academia de Ciencias de Bulgaria, y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, descubrieron restos de humanos modernos en asociación directa con utensilios de piedra del Paleolítico superior inicial en el yacimiento de la cueva Bacho Kiro.
La datación directa por radiocarbono de los restos más antiguos encontrados en la cueva arrojó una fecha de entre 43.000 y 46.000 años.
Por tanto, se trata de la primera dispersión conocida de humanos modernos por las latitudes medias de Eurasia. Los primeros habitantes de Bacho Kiro vivieron en una época en la que los neandertales aún estaban presentes.
Por tanto, los investigadores escanearon sus genomas en busca de ADN neandertal y descubrieron que los individuos de esa cueva tenían mayores niveles de origen neandertal que casi cualquier otro humano primitivo, a excepción de un individuo de hace unos 40 000 años hallado en la cueva Pestera cu Oase, en Rumanía.
La mayor parte de este ADN neandertal aparece en tramos extremadamente largos, «lo que demuestra que unas cinco o siete generaciones atrás estos individuos tenían ancestros neandertalesâ, afirma Mateja Hajdinjak, principal autora de este trabajo.
Aunque solo se han recuperado unos pocos genomas de humanos modernos que vivieron en la misma época que algunos de los últimos neandertales en Eurasia, casi todos ellos tienen ancestros neandertales recientes.
«Los resultados apuntan a que los primeros humanos modernos que llegaron a Eurasia se mezclaron habitualmente con neandertales, incluso puede que hubieran sido absorbidos por las poblaciones neandertales residentes, aunque llegaron grupos más grandes de humanos modernos y sustituyeron a los neandertales», explica Svante Pääbo, coordinador de la investigación genética.
Hasta ahora se pensaba que los humanos del Paleolítico Superior inicial murieron sin haber contribuido al genoma de los humanos modernos.
Sin embargo, ahora los investigadores demostraron que los individuos más antiguos de la cueva Bacho Kiro, o los grupos más relacionados con dichos individuos, aportaron sus genes a los humanos actuales.
«De manera sorprendente, este aporte se da sobre todo en Asia oriental y en América, más que en Europa, donde vivían los habitantes de la cueva Bacho Kiro», señala Mateja Hajdinjak.
Este vínculo genético con Asia refleja las relaciones observadas entre las herramientas líticas y los ornamentos personales del Paleolítico superior inicial, hallados en esta cueva, y las herramientas y joyas encontradas en toda Eurasia.
Además, el último individuo hallado (de unos 35 000 años de antigüedad) pertenecía a un grupo genéticamente distinto al de los anteriores habitantes de la cueva, lo que demostraría que los primeros pasos de los humanos modernos de Europa fueron tumultuosos y estuvieron sometidos a reemplazos de población.
Antes de este estudio, los primeros humanos modernos de la cueva rumana Pestera cu Oase eran los que contaban con el mayor grado de mestizaje entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis hasta la fecha.
«Ahora vemos que no eran los únicos y que los avances realizados en los métodos de datación y en la investigación genética nos han permitido conocer la cronología y las dinámicas de los primeros humanos modernos hasta un nivel que, hace unos años, era inconcebible», afirma el geocronólogo Silviu Constantin, del Cenieh.
Este investigador dató indirectamente los ejemplares rumanos mediante el método de series de uranio (U-Th), y dirigió la investigación geológica en Pestera cu Oase, empleada como material comparativo en este estudio.
Por su parte, Oana Teodora Moldovan, investigadora asociada al Cenieh, fue la primera en reconocer el valor de los especímenes humanos híbridos de este yacimiento de Rumanía y en realizar las excavaciones iniciales.